Por qué corro (y su impacto en mi creatividad)
Hace algo así como un año que corro, después de unos 15 sin hacer actividad física regular al margen de caminar un par de horas seguidas. Empecé después de unos meses de bajar una barbaridad de kilos caminando en medio de un proceso introspectivo personal muy largo y complejo que no viene al caso, y lo encaré como una forma de desafiarme con algo en esta nueva versión. Y caramba que me gustó. El presente texto intenta entender por qué me gusta, y los impactos que tiene en mi vida en general y en el aspecto creativo en particular.
Como siempre, la playlist de discos completos, con discos que me fueron pasando ustedes y alguno extra que encontré en internet, y un recital completo en YouTube de OMA que los descubrí hace poco y me volaron la peluca (también hay un disco suyo en la lista). De yapa, las fotos que acompañan este artículo son de un viaje a Uruguay con mi familia en 2018.
Las primeras corridas si venís de mucha inactividad son difíciles, estás muy ocupado en pisar bien, no tropezarte, no morirte, entender hasta dónde es normal el dolor y la falta de aire, etc, pero así y todo ya se empiezan a ocurrir las victorias y las sensaciones que traen. La primera vez que logré dar una vuelta entera al Parque Centenario (1,5km) me puse a llorar como un chico, por ejemplo. Pero una vez que tu cuerpo entiende y se acostumbra, y lo hacés sin que requiera un esfuerzo físico mayor, se vuelve un espacio casi meditativo de generación y desarrollo de proyectos.
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Ideas como el sorteo del cuadro del mes pasado, el ejercicio colaborativo foto-literario que seguramente ya anuncié en Instagram para cuando leas esto, parvas de canciones y textos que aún no vieron la luz, artículos completos de este newsletter, proyectos enteros que están aún cocinándose y esperan salir al mundo este año, todas esas cosas han surgido entre un kilómetro y otro… Hasta la idea misma de este newsletter nació corriendo para después trabajarse con el curso de Car Bonomini (10% de descuento extra con el cupón NACHODRAMIS). No es el correr ni a palos el único factor, pero 2023 fue por escándalo mi año mentalmente más productivo, y absolutamente todo lo que vengo armando para 2024 tuvo algún momento de su desarrollo mientras le daba vueltas al parque.
No, no corro para bajar de peso como suele creer la gente, si bien sirve para mantenerme en estado (de hecho, si querés bajar de peso, caminar es mucho mejor desde casi todo punto de vista, pero recomiendo asesorarte con un médico o profesor de educación física y no con un fotógrafo xD). Corro por un montón de motivos.
Corro para pensar. Es como una reunión por Zoom conmigo mismo. No sé si es el cambio de ritmo habitual al que bombea el corazón y meten aire mis pulmones, pero pienso distinto, veo la famosa “big picture”, no me enrosco, tengo una mayor capacidad analítica. Y esto se mantiene en las horas posteriores al ejercicio.
Corro para no pensar. Cuando hay algún pensamiento intrusivo que no me deja concentrarme, corriendo lo trabajo, lo resuelvo o lo empaqueto de tal forma que no moleste y me deje seguir. Trabas laborales, conflictos interpersonales, a todo le brota una nueva perspectiva en movimiento.
Corro para conectarme con la naturaleza. Viviendo en pleno Buenos Aires, un trote por el parque después de una tormenta me regala el olor de la tierra, las flores de verano, el agua del lago, el sol entre las hojas, todas figuritas difíciles en mi vida cotidiana.
Corro para comer. El consumo calórico de la actividad me permite comer más de lo normal y no preocuparme por el peso. Comer es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida junto a cagar, coger y dormir. Si, todo bien con las artes y los vínculos y la filosofía y coso, pero los placeres animales están agarrados a lo más profundo de nuestra biología y es muy difícil competirles, y todos estos son mejores después de correr.
Corro para escapar de mi mismo. Más de una vez me han preguntado de qué me quiero escapar que corro tanto, y esa es la respuesta. Cada metro que corro es un metro que me alejo de una versión de mí que no quiero volver a ser.
Corro porque me ayuda a entender la vida como un videojuego. El progreso en la actividad física, con objetivos a corto, mediano y largo plazo, y con un progreso y sensación de autosuperación muy claros en el tiempo, me lleva a sentirme en un jueguito donde voy subiendo de nivel, y endereza un poco mi cascoteado sistema de recompensas cerebral, gamificando mi vida.
Corro para obsesionarme. Toda la vida mi forma de relacionarme con las cosas que me gustan fue descubrirlas, obsesionarme, absorber toda la información posible, aburrirme, dejarlas. En el mundo del running hay tantas cosas por probar y descubrir (distancia, calzado, HIIT, Fartlek, ritmo, terreno, frecuencia) que es muy difícil aburrirse. Y, de todas las obsesiones que tuve, es por lejos la más útil y menos dañina.
Corro por la droguita que me suelta en el cerebro. El “runner’s high” o “euforia del corredor” existe y es una sensación maravillosa. Todo está bien, te comés el mundo en dos pancitos con manteca, podés con lo que sea. Todo natural y producido por tu propio cuerpo.
Corro por las pseudo-alucinaciones que genera. No soy un corredor de largas distancias, pero los ultramaratonistas suelen reportar alucinaciones en las etapas tardías de las carreras. En mi caso, las dos veces que corrí 10km tuve sensaciones extrañas al km 8, recuerdos hermosos olvidados que afloran de forma muy vívida y sensorial, me transportan al momento y me hacen olvidar el malestar físico. Es muy difícil de explicar, pero es una sensación muy zarpada.
Así que bueno, ya saben, correr es como drogarse pero gratis. No, hablando en serio, correr tiene un montón de impactos positivos en mi estado mental que valen mucho más que el obvio impacto en mi cuerpo, y lo recomiendo muchísimo.
Si querés empezar a correr, te recomiendo este video que es con el que empecé yo (salteándome un par de pasos porque soy flor de ansioso) y sé que ya sacó corriendo a varios.
Y por último te dejo esta historieta de The Oatmeal (que también está disponible en formato físico), que describe un montón de estas cosas de las que hablo acá. Lo leí hace años y no lo entendí, pero me acordé hace poco que existía y lo disfruté un montón.
¡Gracias por leer!
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