Hoy cumplo 18 meses desde que dejé de tomar alcohol después de toda una vida de consumo problemático. Les traigo un recuento de sensaciones a lo largo de este año y medio, lo lindo, lo feo y lo raro, y no está de más comenzar aclarando que el balance es completamente positivo y es, con distancia, la mejor decisión que tomé en mi vida y pretendo mantenerla hasta que me toque vestir el pijama de madera. Voy a intentar apuntar esto al aspecto creativo/emprendedor/autogestivo del asunto pero no prometo nada. Ah, esto es como se imaginarán un tema complicado así que marche ese “trigger warning” si el asunto los sensibiliza. Por último un disclaimer, en todos los casos en los que digo “no podía hacer X y ahora puedo”, es completamente subjetivo, no niego que se pueda hacer consumiendo alcohol, pero estoy bastante seguro de que no se puede al ritmo que lo hacía yo.
Estoy terminando de armar este post a las 22hs del día que se supone que se publica porque estuve dudando hasta último momento si acompañarlo con fotos que vayan con la línea del artículo o poner algo que no tenga nada que ver. Finalmente voy con la segunda opción, sabiendo que el material que tengo al respecto merece una curaduría y un trabajo de edición que lo destaque, y no vale la pena “quemarlo” así nomás. No va a ser la última vez que hable de este tema, así que ocasiones sobrarán para trabajar y mostrar toda esa obra. Así que, de apuro, me subo a mis ganas de irme de vacaciones (lo que por suerte pasa muy pronto) y saco de la galera fotos de un viaje a Mar del Plata en 2018, algunas ya publicadas en redes sociales y otras no. No es procrastinación, es criterio (?). El post va a quedar largo así que si lo recibiste por mail seguramente tengas que tocar el botón de “Continuar leyendo” o algo así que tenés al final y pasar al sitio porque no entró todo en un correo… Mala mía.
Para arrancar, como siempre, musiquita. Hoy sale un recital completo de The Main Squeeze que me encanta, se ve medio fulero pero se escucha bien, y la playlist de Spotify con los discos completos que me fueron recomendando y fui encontrando en la quincena.
Primero una buena noticia si estás pasando por una situación similar: La dificultad va descendiendo abruptamente con el tiempo. Si bien dejar una adicción muy arraigada es una de las cosas más difíciles que uno puede intentar hacer en su vida, una vez que corta la abstinencia física y el cuerpo empieza a sentirse mejor, una vez que resignificamos los lugares y rituales que teníamos “contaminados” por el consumo, una vez que los beneficios se convierten en realidad y no anécdota ajena, todo se vuelve un poco menos complejo de sostener. Fácil, lo que se dice fácil, no es nunca (ni lo va a ser), pero atrás quedan esas primeras semanas infernales. Sigo salivando cuando escucho una lata abrirse con espumita en la calle una tarde de verano y me va a pasar toda la vida, pero no es tan grave.
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Logré levantarme a un horario razonable de forma consistente. Me sigue costando la mañana, me sigue gustando quedarme hasta cualquier hora trabajando, charlando, jugando algún jueguito o simplemente haciendo nada. Pero logré estabilizar la hora de despertar y no sufrir horrores cada vez que por algún compromiso tengo que madrugar en serio. También duermo mejor: Si bien es una de las áreas donde más me falta trabajar y todavía me despierto muchas veces durante la noche, logro mantenerme en las 7-9hs y levantarme decentemente descansado.
Tengo constancia en… cosas. Parece super genérico pero es así. Proyectos que se sostienen en el tiempo, hábitos con los que antes no había manera y hoy son parte integral de mi rutina, etc. Arranqué mil proyectos que no lograban salir de mi cabeza y hoy ya tienen resultados tangibles o están en proceso. Soy mucho más lanzado, menos miedoso: Si pude con esto, puedo con todo. Y esto aplica a todos los aspectos de mi vida. Primero pensé que se trataba de la “nube rosa”, que es un efecto de positivismo extremo que suele darse en los primeros meses de sobriedad (pueden googlear que es muy interesante), pero no, sigue ahí.
Logré bajar de peso sin dejar de comer lo que me gusta, de hecho escribo esto metiéndome un chegusán de crudo y queso por la cara sin preocuparme de sus consecuencias. El sobrepeso fue una constante en mi vida desde que empecé a tomar alcohol en la adolescencia y por más que caminara una barbaridad o comiera menos (la verdad que siempre comí bastante bien, con excepciones como el presente chegusán) no lograba bajarlo. En un año sin beber y siendo constante con las caminatas estoy a nada de mi peso ideal -que no tenía desde adolescente- sin sacrificar comida.
Empecé a correr. Ya escribí un artículo entero al respecto, pero no mencioné que empecé a los 4 meses de dejar de tomar, y a los 7 estaba corriendo 10km por primera vez. Hoy corrí esa distancia por tercera vez y logré hacerla en menos de una hora, lo que no había podido nunca hasta acá. Lindo premio me regalé por el año y medio.
Al disiparse el que claramente era el problema principal de mí vida, aparecieron todos los otros problemas de atrás de la niebla (el financiero a la cabeza). Es duro ver todos los pendientes y situaciones descuidadas con las que tenés que lidiar, pero bueno, al menos ahora las ves claramente y podés planificar. Esto que parece una contra era parte de lo buscado: Cortar el árbol que te tapa el bosque. No se puede empezar a solucionar problemas cuando tenés uno ahí clavado molestando permanentemente.
Mi memoria se va recuperando lentamente (no la capacidad de recordar cosas de otra época, sino la que guarda a corto plazo), que siempre fue uno de mis mayores defectos. Mí velocidad mental es otra cosa. Me siento mejor en todos los aspectos de “rendimiento mental”. Resuelvo situaciones de toda índole de forma más efectiva, más eficiente, y fundamentalmente más fiel a mis valores.
Mi volumen de fotos personales bajó notablemente los últimos meses (fuera de lo laboral), y esto es porque me siento realmente bien, así que trato de no forzarlo y poner tiempo y energía en otros aspectos del proceso creativo. Ya hablé del subibaja anímico y cómo aprovechar los distintos momentos mentales para lo que nos sale bien en cada momento, te dejo el artículo por si no lo leíste 😃.
Extraño la variedad de sabores que me daban bebidas como el vino y el whisky, donde cada ejemplar era un mundo nuevo. Soy muy sensorial, tengo muy buen olfato y lo disfruto. Lo único remotamente parecido que encontré fue el mundo del té y las infusiones, pero todavía le falta mucho para cubrirme esa necesidad. Sé que hay universos como el queso y el chocolate que tienen esa variedad de sabores, pero la idea es no quebrar ni que se me descontrole el peso otra vez xD.
Me permito cuestionar todas las decisiones y posturas que tuve y tengo en la vida, a sabiendas que fueron todas afectadas por el consumo, para entender dónde estoy parado al respecto con esta nueva óptica. De qué trabajo, dónde vivo, cómo y con quién me vinculo afectiva y sexo-afectivamente con las personas, qué pretendo estar haciendo de acá a unos años, y el por qué de todas esas cosas entre tantas otras.
Dejé de quedarme al pedo en lugares solo para tomar (la famosa frase “nada bueno pasa después de las 3am”), e incluso dejé de ir a lugares y encuentros donde la única excusa en mi cabeza era el consumo. Veo a quien quiero, cuando quiero, como quiero, donde quiero. Parece una obviedad pero no lo es. No voy a decir que me volví un ermitaño porque medio que ya lo era. Mis vínculos se curaron bastante. La enorme mayoría de mis amistades abrazaron esta nueva versión mía con alegría y me acompañaron y acompañan en todo el proceso, dando lugar a relaciones mucho más abiertas y honestas. Hay alguna excepción de gente puede no entender esta nueva versión de vos mismo y la resultante visión del mundo, y son el tiempo y las ganas de sostener esos vínculos los que deciden para dónde va la cosa. También, hay que decirlo, a veces me siento excluido en entornos sociales por no estar consumiendo, en esos casos veo si quiero quedarme pese a la incomodidad o irme.
Por último… Me doy cuenta cuando alguien tiene un problema de adicción (y no necesariamente al alcohol, las dinámicas adictivas son independientes de la sustancia o conducta en cuestión) aunque todavía no sé qué hacer frente a eso. Socrates, Freud y yo (?) sabemos hace rato que presentar una realidad a alguien de forma directa solo genera rechazo y hay que lograr que la persona razone y llegue a las conclusiones por sus propios medios. Así que, si creés que tenés problemas con el alcohol, Alcohólicos Anónimos tiene un cuestionario de 12 preguntas para darte una idea (nunca interactué con ellos más allá de este test, y de hecho siento que el que hice yo era más largo y útil, pero en fin). Si ya sabés que tenés problemas pero no sabés por dónde arrancar, me ayudó mucho el blog Soberish, y a lo mejor a vos también.
¡Gracias por leer, espero que te lleves algo útil!
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Gracias por compartir, siempre con ese toque particular tan tuyo de contar las cosas.
Bien nacho!